Hay cosas que, sencillamente, son imperbeables al tiempo. Puede pasar un día, un año, décadas enteras y, aunque habiendo experimentado por un proceso de mutación, en su esencia ( la única que vale) continúa. Hace unas semanas atrás me he quedado pegada con una novela cuyo omnipotente título dice: El Pasado. En resumen, una historia de amor y cómo este con los años se transforma, se convierte, se vuelve adicción, se vuelve imposible de olvidar, te consume. Y mejor aún, de cómo un amor pasado nunca (pero nunca) muere. Sólo va cambiando de rostro (puede llegar a ser abominable - tengo testigos) con el tiempo.
Personalmente, me convence. Personalmente, lo siento. Un amor pasado puede ser un amor presente ( dependiendo del grado de necedad de cada uno o de cuán vivo sigue todavía- o comienza a ser). En todo caso, a todos ellos, démosle crédito por su supervivencia.Por su genialidad de sortear todo tipo de murallas, distancias, silencios. Y festejemos por los que todavía guardan un lugar o esperan una nueva oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario