PURA VIDA


2 abr 2007

Emotional rescue



Seis años en una relación de idas y venidas, lágrimas que llenarían una piscina, frustraciones, rencores versus sonrisas infinitas, días de plenitud y felicidad de colores, evoluciones que despiertan ilusiones… es demasiado tiempo o demasiada necesedad o demasiado amor. En una historia de amor y desamor en la que el compromiso mutuo fue mutando en un proceso pecaminosamente largo.
Debo admitir que los primeros años, fueron devoción. A sus palabras, a su omnipresencia ( todos mis pensamientos, desde la mañana hasta la hora de acostarme). Fueron reto ( de conquistarlo, de vencer un corazón – que yo pensaba, era impenetrable). Fueron entrega absoluta a sus demandas, a su tiempo, a su dirección.
No recuerdo cuándo exactamente la situación cambió, de la mano de su actitud, más sonrisas, más cariños y más palabras. Finalmente pudo decirme en la cara: te quiero. Pudo el amor y pudieron nuestros cuerpos. Y el perdón de las heridas del camino. Y el olvido triunfante. La amnesia del dolor. La voluntad de la nueva oportunidad. Pero, la esencia. La carencia de normalidad, no puede subsanarse con un flujo constante entre la ilusión absoluta ( y creer que finalmente el amor lo venció todo) y la ausencia, el silencio, tú, extraño. Ya no bastan cuotas de felicidad para avanzar.Ha cambiado todo lo que me rodea, menos yo. Todo avanzó, pero mis intentos de ir hacia adelante resbalaron, se estancaron en la posibilidad y en la duda: ¿puedo ser feliz a tu lado? ¿y si es así, por qué no todo es más simple?¿ Por qué no te tengo al costado, mirándote dormir?
Es ahora que reclamo todo aquello que el amor, cuando es correspondido- de a dos- produce: compromiso,fidelidad, entrega,familiaridad… ser uno. No he perdido el amor, que renace cada vez que apareces. Pero he perdido algo más importante: las ganas de seguir apostando. Porque hay una pregunta suelta que ronda en mi cabeza ( que sale de la boca de todos los que me han acompañado a lo largo de esto) : qué tengo que esperar para darme cuenta. La gente no cambia, dicen. Yo creo que sí. Lo que no creo es que puedas darme lo que espero de ti. (repito, como mantra, qué haces, porqué no te tengo a mi lado, por qué hoy no recibí ni una llamada de tí?).
Me aniquila la pena. De dejarte ir a pesar de mi amor hacia ti. Me ha aniquilado un millón de veces. Pero esta situación -quererte pero no poder tenerte - me aniquila, un poquito, todos los días.